niños en las calles de Venezuela
Diario Nuevo Día

Niños trabajan y mendigan en las calles de Venezuela

Versión digital de artículo publicado el 3 de octubre 2017 Por motivos de derechos de autor no puedo publicar el trabajo fotógrafico original

El desinterés de los padres es la principal razón por la que un mayor número de niños terminan en las calles en situación de mendicidad en Venezuela

Los niños de la calle siguen haciendo de puentes, quebradas y bancos de las plazas sus hogares. Sin educación, valores morales y una sana alimentación, estos infantes no tienen garantías de nada. Muchos de ellos, son forzados a realizar trabajos para adultos y adolescentes que también en condición de mendicidad, los explotan aprovechándose de cubrir con su autoridad el vacío dejado por los padres.

En los últimos meses, ciudadanos de Coro, son testigos del incremento de infantes que deambulan a todas horas en las avenidas principales de la ciudad y a las afueras de establecimientos de comida. Sus vestimentas sucias y semblantes cansados son evidencia de abandono y de la desensibilización de la sociedad acostumbrada a las vicisitudes de la crisis social.


En grupos de al menos cuatro integrantes, los niños prestan sus servicios y se distribuyen las esquinas para pedir dinero y comida a los transeúntes. Sin embargo, en otras zonas del oeste se prestan para delinquir, ingerir bebidas alcohólicas y hasta fumar.


Pero quizás lo más preocupante de su condición, es que estas conductas son aprobadas por muchos padres que ven en sus hijos una oportunidad para percibir otro ingreso o piensan que con enviarlos a vivir de las calles, tendrán mayores garantías de comer al menos un plato al día de parte de algún buen samaritano.

Para Magly Chirinos, directora por el municipio Miranda del Consejo de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (Cpnna), expresó que desde su oficina se encuentran en una lucha constante con aquellas familias que desvalorizan el futuro de los menores y viven a cuestas del trabajo que forzadamente hacen lejos de sus casas.

Entre ellos, informó que la mayoría de los casos de mendicidad no son porque haya extrema necesidad económica, sino por negligencia y descuido de los padres que no aceptan su papel como protectores y garantes del bienestar de los pequeños, los cuales pueden desaparecer de su lecho por una semana sin que se formule ni una denuncia.

Chirinos manifestó que debido a que existe “una cultura en la que se piensa que el Estado debe resolver mi situación”, los representantes dejan de supervisar a los niños, quienes una vez adaptados a la calle, desarrollan conductas delictivas, distorsionan los valores y, lamentablemente, son víctimas de abuso sexual y explotación infantil.


TRABAJO FORZADO: En las principales avenidas de la ciudad, los niños son obligados por mayores a hacer trabajo forzado. Los adultos y adolescentes a cargo de estos servicios los catalogan como sus empleados.

ABANDONO: La mayoría de estos niños tiene padres que los dejan desamparados y a su propia suerte sin importarles las repercusiones.


Al menos este año, desde el Cpnna han abordado a unos 20 infantes en mendicidad quienes reciben servicios de atención integral, los cuales consisten en chequeos médicos, jornadas de alimentación y talleres de orientación. Sin embargo, explicó que estos abordajes son cada vez más difíciles porque son muchas las influencias que impiden la rehabilitación del menor, como la falta de compromisos de los padres y la insistencia de sus compañeros de calle que los buscan a donde quiera que vayan.

La defensora informó que de ese grupo solo rescataron a cinco, a quienes tuvieron que sacar de sus casas bajo la anulación de la patria potestad y ser enviados a otros estados, esto por negarse a tener un nuevo estilo de vida en el mismo entorno del problema. En casos extremos como estos, se acostumbra hasta considerar que sean asignados a hogares de familiares del cuarto grado de consaniedad, pues en los primeros también reinan dichos vicios. 

Chirinos explicó que complica más su rehabilitación cuando los niños disfrutan de ese estilo de vida, pues hay quienes encuentran gratificante que en los mercados populares puedan recolectar hasta 10.000 bolívares en cuatro horas, especialmente si se trata de un juego en el que todos sus amigos compiten.

Asimismo, Michael Partidas, quien funciona como enlace de este departamento para con los niños y sus padres, dijo que esta forma de socialización es cada vez más común; en la que buscan integrarse a un grupo selecto, emulando sus conductas: “si no fumas no puedes andar con nosotros o si no tienes plata no podemos jugar”, ejemplificó, al mismo tiempo que señaló que la mayoría proviene de sectores como Zumurucuare, Curazaito, La Cañada y Funda Barrios, los patrones de familiares se repiten en cada generación.


UN PROBLEMA SOCIAL: A pesar de la crisis económica y política que atraviesa el país, la desensibilización social de los ciudadanos y principalmente los patrones disfuncionales de conducta de las familias, son las razones principales de que más niños terminen en las calles.


Con pocos recursos en su haber, los trabajadores del Cpnna solo pueden abrigar a los niños que no tienen familia en Unidades de Protección Integral (UPI), donde son resguardos y se encargan de su educación. Esto porque con la reforma de Ley Orgánica de Protección al Niño, Niña y Adolescente (Lopnna), el Estado debe garantizar que los padres o su familia se hagan cargo de sus hijos.

Igualmente, como institución tienen limitantes como falta de más espacios de atención, vehículos para el abordaje, traslado y rescate de los infantes, así como también de la implementación de programas de orientación, apoyo y tratamiento de adicciones, además de las inconsistencia en la asignación de recursos para reponer materiales con los que redactan y procesan expedientes.

Para Partidas es evidente que mientras no se rompa los patrones que hacen a las familias disfuncionales, la situación de mendicidad se agravará sin importar las repercusiones de la crisis económica y política que atraviesa el país.

“Se trata de la sociedad que se está descomponiendo. Yo todavía no entiendo cómo una madre se puede ir a dormir sin importarle dónde está su hijo, cómo puede sentarse a comer si saber si su hijo probó bocado; ese es el problema”

Michael Partidas
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