Violencia de género en Venezuela
Diario Nuevo Día

Mujeres desamparadas: Violencia de género en Venezuela

Versión digital de artículo publicado el 29 de septiembre de 2017 Por motivos de derechos de autor no puedo publicar el trabajo fotógrafico original

Cuatro de cada 10 mujeres venezolanas son víctimas de violencia de género y lamentablemente, el 96% de los casos denunciados quedan impunes

En un país como Venezuela que se vanagloria de tener nombre de mujer para hacer remembranza de una madre a la que respetar y querer, es casi irónico y hasta cínico que de acuerdo con la ONG Cepaz, exista 96% de impunidad en casos de violencia de género.

Esto quiere decir que si una mujer es abusada físicamente, las posibilidades de que su agresor sea juzgado y cumpla algún tipo de condena, son nulas. Y mientras tanto, las venezolanas maltratadas deben llorar en silencio al ser víctimas del miedo y, por supuesto, de un sistema que defiende lo indefendible.

Pero es aún más grave que las deficiencias del Estado solo se ven disminuidas cuando el delito llega a sus últimas consecuencias: la muerte. En tanto que a pesar de las advertencias, denuncias y testigos, es el acto crudo y siniestro de matar el que termina por encender las alarmas de peligro, y no aquel primer instante en el que se trataba de amenazas que cuarteaban su derecho a ser libres o de bofetadas que les robaban la dignidad. 


La violencia de género consiste en la agresión física, verbal, psicológica y patrimonial hacia la mujer por el simple hecho de pertenecer al género femenino, en tanto que es un acto de discriminación.    


La Ley Orgánica del Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, promulgada en el año 2006 expresa en su artículo cinco que el Estado está obligado a adoptar todas las medidas posibles para garantizar los derechos de las víctimas. Asimismo, cuando se refiere a las garantías procesales en el artículo 8, éstas deben ser protegidas de manera expedita para evitar otros hechos punibles que pongan sus vidas en peligro.

Sin embargo, varias mujeres que han preferido permanecer en el anonimato denuncian machismo por parte de los jueces que han atendido sus casos. Explican que contrario a sus deseos, en los tribunales se busca la reconciliación entre la partes y no se toman medidas de protección, desestimando por completo las secuelas o repetición de las mismas conductas agresivas.

En tanto que es la postura conservadora y no la inquisidora la que juzga, de acuerdo con testimonios de féminas maltratadas que desean alejarse de su pareja o de cualquier colateral o consanguíneo, pero que solo obtienen medidas sustitutivas.


EL DATO

  • Venezuela se encuentra entre los 15 países con más feminicidios en el mundo según informes recientes de las ONG Centro de Justicia y Paz, del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, Fundamujer y Asociación Larense de Planificación Familiar.
  • Las causas por las que callan las mujeres que son víctimas de violencia están relacionadas con las concepciones tradicionales del matrimonio,- por el miedo a perder el cariño de sus hijos, su reputación como divorciada y las dificultades de mantenerse económicamente por su cuenta.
  • Según el Observatorio Venezolano de la Violencia. además del Distrito Capital, los estados del país con mayor número de feminicidios son Aragua, Miranda, Lara, Anzoátegui y Bolívar, siendo las mujeres entre 26 y 40 años las más vulnerables.

¿Por qué existe la brecha?

La meta por la igualdad de género aún está lejos de cumplirse, tal y como lo explica el abogado del Tribunal de Violencia contra la Mujer, Libaldo Velázquez, pues considera que más que un aumento en los casos de violencia, existe un reconocimiento del problema que ha evidenciado una realidad de la cultura latinoamericana y, por supuesto, de la venezolana que no solo está familiarizada con el machismo violento, sino que lo acepta y lo practica.


CULTURA MACHISTA: La principal causa de violencia de género es la concepción de que el hombre es superior a la mujer y que tiene derechos sobre ella.


El experto informó que las mujeres sufren de acoso y hostigamiento tanto en sus casas como en el ambiente laboral, institucional y en las calles. Sin embargo, lamentó cuán común es que no se denuncie el delito porque aunque “el perdón debe existir, lo que no puede haber es impunidad”, especialmente por aquellos matrimonios que están acostumbrados a la violencia y la confunden con rasgos de personalidad y hasta formas de afecto. En estos escenarios se experimenta un síndrome de Estocolmo domiciliario con el que se crea una relación enfermiza con el agresor.

De denunciarse los delitos, manifestó que la mujer debe estar dispuesta recibir asesorías de equipos multidisciplinarios que defiendan sus derechos y buscar otras organizaciones defensoras si los primeros no valoran su condición de persona vulnerable para proceder sin miedo, pues el Estado no está autorizado para retirar ningún caso por lo que que el procedimiento se mantienen hasta las últimas consecuencias: ya sea por privativa de libertad, o dependiendo de la actitud de la víctima y la gravedad del hecho, una medida sustitutiva de servicio comunitario.

La psicóloga Eliemi Sierra, miembro de este mismo departamento, argumentó que no habrá igualdad de género mientras exista una sociedad machista que apruebe las arbitrariedades de los hombres por no aceptar el valor humano de la mujer sin discriminación alguna. La especialista explicó que para ello, son muchos los paradigmas que tienen que cambiar:

  • Comportamientos agresivos que desde niños ven en casa y que luego emulan en la adultez, especialmente si fueron maltratados por sus parientes.
  • Los índices de pobreza y la falta de educación.
  • La concepción de la familia donde el rol de la esposa o pareja femenina se denigra o se espera que sea pasivo.

¿UNA SOLUCIÓN? La buena crianza sin violencia es la mejor solución para disminuir la brecha que existe entre hombre y mujeres, por eso los padres deben reforzar los valores del respeto y la superación personal.


Aprovechó para ejemplificar que una de las líneas que se repiten de generación en generación, mayormente de madre a hija, “es que el matrimonio consiste en aguantar porque todo mejorará. Te dicen que aguantes porque creen que de eso se trata”. Al contrario, sugiere que los padres de familia cultiven en las mujeres la confianza en sí mismas, en especial cuando son niñas, para que en el futuro no desarrollen problemas de autoestima, falta de liderazgo, experimenten cuadros depresivos por sentirse limitadas por su género e inevitablemente se conviertan en un número más que agregar a las estadísticas de violencia.

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