Versión digital de artículo publicado el 24 de agosto de 2017 Por motivos de derechos de autor no puedo publicar el trabajo fotógrafico original
Las secuelas en las personas que sufren de crisis epilépticas amenazan su capacidad intelectual, motricidad y humor, ante una aguda escasez de medicamentos que también pone en riesgo su vida.
La cris humanitaria debido a la aguda escasez de medicamentos afecta más a los pacientes cuyos tratamientos son de por vida. Un ejemplo de ello son las personas que sufren de afecciones neurológicas como epilepsia, edemas y otras patologías asociadas con el sistema nervioso central, pues son propensas a sufrir de graves secuelas irreversibles como consecuencia de una crisis convulsiva.
Y es que según la Federación Farmaceútica de Venezuela, la ausencia de medicinas en el país ronda el 85%, pero son los anticonvulsivos los más difíciles de conseguir, esto de acuerdo a La Liga Venezolana Contra la Epilepsia (Livece) que estima la población de venezolanos que sufre de este tipo de enfermedades es de al menos tres millones y que su control es ineficiente desde que comenzaron a escasear los tratamientos en 2012.
ESCASEZ: Los anaqueles en las farmacias evidencias una crisis económica que incide en la agudización de la escasez de medicamentos.
El neurocirujano José Gregorio Guarapana quien labora como jefe del servicio de neurología en el hospital universitario Doctor Alfredo Van Grieken de Coro, explicó que la situación que viven sus pacientes es dramática ya que “el problema es que las convulsiones no avisan y nada se consigue”.
El especialista explicó que no solo las personas con epilepsia necesitan estos medicamentos, sino que también todo aquel paciente en postoperatorio luego de una cirugía en el cerebro pues son propensos a sufrir convulsiones entre 40% y 60% de la veces. En tanto que la población aumenta si se toman en cuenta los casos de traumatismos craneoencefálicos moderados a severos, aneurismas, accidentes cerebrovasculares, entre otras incidencias más comunes.
Para Guarapana, ante la crisis “no se puede dejar a la población desatendida”, por lo que sugirió la apertura de una canal humanitario y una oportuna inversión que haga sostenible la producción de medicinas en el país. No obstante, destacó que aunque desde la Secretaría de Salud hacen lo posible para suministrar anticonvulsivos pero su cantidad sigue siendo limitada, especialmente para aquellos que los necesitan de por vida.
Según explica el doctor, la dificultad para conseguir estos medicamentos se acrecienta cuando se trata de las dosis, pues dependerá del grado de afección el tipo de tratamiento que el paciente requiere. De acuerdo a su diagnóstico hay quienes padecen de convulsiones parciales, simples o complejas. En tanto que manifestó su preocupación ante casos en los que un paciente con episodios de epilepsia compleja, solo se vale de pastillas para crisis de menor incidencia.
En su experiencia como profesional en el área informó que la escasez en el estado existe desde hace tres años, pero que en los últimos meses se ha agravado. “Hay personas que llegan desesperadas pidiendo que se le cambie el medicamento porque no lo consiguen en ninguna parte”, señaló, al mismo tiempo que declaró que cambiar de tratamiento no es siempre lo más apropiado para el control de los episodios, mas la única solución viable en medio de la recesión económica y la escasez.
Asimismo, dijo que “todos los pacientes que son intervenidos por un trauma cerebral deben tomar anticonvulsivos, pero actualmente a nivel de farmacias no contamos con la cantidad adecuada porque tanto el paciente que sufre de crisis epiléptica como el postoperatorio, necesita un tratamiento de largo plazo” que en la mayoría de los casos no se puede cumplir.
POSTOPERATORIOS: Incluso los pacientes postoperatorios que han sufrido traumas cerebrales, deben cumplir un tratamiento largo de anticonvulsivos a pesar de nunca haber sufrido episodios epilépticos
Esta disparidad en el control clínico de dichas afecciones puede causar la muerte de las personas por paros cardiorespiratorios, así como también hipoxia, que no es más que la alteración en la entrada de oxígeno al cerebro y/o isquemia, la cual ocurre cuando disminuye la circulación de la sangre en el sistema nervioso central. Ambas lesiones cerebrales tienen consecuencias neuropsicológicas o trastornos cognitivos que afectan la memoria, la motricidad, la capacidad intelectual y el humor.
Por lo tanto, no solo es la vida la que está en riesgo, sino que también la consciencia, los recuerdos y las aptitudes de personas con pudor, aspiraciones y cualidades que se sienten disminuidas y vulnerables ante la amenaza de una crisis convulsiva que podría acabarlo todo.
“No podemos dejar a la población con episodios epilépticos desatendida”
José Gregorio Guarapana, nerólogo
El canal familiar
Con la ola de emigración de venezolanos en los últimos años, especialmente de jóvenes, son muchas las personas que dependen de una suerte de canal humanitario familiar para conseguir sus tratamientos. Guarapana explicó que gracias a estos esfuerzos individuales, varios de sus pacientes han podido controlar su enfermedad.
Sin embargo, lamentó que las personas con menos recursos no cuenten con este tipo de apoyo, además de que deploró que todavía no estén prestos los espacios para la libre entrada de medicamentos desde el exterior debido a rigurosos procesos administrativos en las aduanas.
El neurocirujano aconsejó a las autoridades gubernamentales la aplicación de un censo para determinar con precisión la cantidad de venezolanos con estas afecciones y sobre la base de esos datos, realizar jornadas de dotación de medicamentos más eficientes. Y es que para él, el drama que viven los venezolanos con crisis epilépticas puede evitarse mejorando las políticas públicas de atención, pues como médico se siente de manos atadas: “aquí hemos tenido pacientes con episodios fuertes y lamentablemente no tenemos cómo atenderlo”.
Recomendaciones para reducir el riesgo de convulsiones:
- Controlar las incidencias de otras patologías como la diabetes y la hipertensión.
- Evitar el consumo de alcohol.
- No fumar y tampoco rodearse de personas que fumen, pues eso los convierte en fumadores pasivos.
- Siempre estar acompañado de alguien, ya que las personas con esta vulnerabilidad pueden sufrir un ataque epiléptico en cualquier momento.