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Vida Universitaria

10 sinceros consejos para estudiantes residenciados

Una de ustedes me escribió preocupada porque se mudaría de ciudad para estudiar y la entendí perfectamente.

En 2012 me fui de casa también para inscribirme en la UAM y fue una de las decisiones más difíciles que tuve que tomar pero valió 100% la pena. Estos son mis más sinceros consejos.

1. Ten una lista de todo lo que llevas

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Debes hacer una lista de todo lo que llevas, así serás consciente de que «eso» que no encuentras está en casa. Me ha pasado que creo que tengo algo y en realidad nunca me lo traje, en especial cuando se trata de ropa. Entraba en pánico.

Tener una lista también sirve para chequear que todo esté en orden. Recuerda que estarás en una residencia, cuyo propietario o quizás algún compañero de cuarto tienen acceso a tus cosas. Colócala en un sitio donde ellos puedan verla, como la puerta del baño o al lado de tu mesa de noche, con esto advertirás que eres vigilante.

Esta es la lista de mudanza que too estudiante residenciado necesita.

2. Encuentra una solución antes de llamar a tus padres

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Las emergencias pasan. Te enfermarás, perderás tus cosas, se te dañarán, te harán falta otras, habrá días en los que todo salga mal, y desde la distancia es poco lo que tus padres pueden hacer por ti. Antes de preocuparlos por cualquier inconveniente debes pensar en cómo puedes resolverlo tu mismo.

Si estás enfermo ve al médico, averigua si puedes reemplazar eso que extraviaste o si tiene reparación aquello que se dañó. En esos días desastrosos respira profundo y recuerda que es normal que esas cosas pasen.

El universo no está en tu contra, este tipo de situaciones son su forma de enseñarte que tienes que crecer y que aunque la vida a veces no parece justa, en realidad todo lo que te pasa es porque te esperan cosas mejores. Desde que me mudé he logrado superar muchos demonios de mi personalidad, y es verdad cuando dicen que si se cierra una puerta se abren otras. Esto solo sucede cuando vives en el mundo real y tomas riesgos.

3. Diseña un horario de limpieza

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No tendrás a tu mamá que te persiga y recoja el rastro de ropa y suciedad que dejas desde que entras hasta la cama. Al principio creerás que es una maravilla no tener quien cuestione tus hábitos de limpieza, pero luego ni tú mismo lo soportarás.

Cuando estás en temporada de exámenes o estresado por cualquier otra cosa, lo menos que quieres es ver tu residencia sucia. No dejes que el desastre se acumule porque así será más difícil deshacerte de él. Te recomiendo que hagas un horario de limpieza. He aquí un ejemplo:

  • TODOS LOS DÍAS: Lavar platos, tender cama.
  • QUINCENA: Cambiar sábanas, limpiar o lavar zapatos, limpiar superficies.
  • Lunes: Barrer y recoger cuarto.
  • Martes: Lavar ropa de la semana.
  • Miércoles: Sacar la basura, recoger escritorio.
  • Jueves: Limpiar bolso, cartera, billetera… deshacerse de papeles y la basura que haya dentro.
  • Sábado: Limpiar baño.

Si no sabes lavar ropa, o mejor dicho, separarla correctamente, es tiempo de que aprendas antes de termine teñida o llena de pelusas. Dile a tus padres que te enseñen, y no dejes que se te acumule porque una cosa es aprender y otra tener el hábito de hacerlo.

Créeme que es una pesadilla ver la cesta llena y no tener nada que ponerte. En Pinterest hay muchas infografías que te enseñan cómo hacerlo.

4. Compra una planta

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Sí, ahora que vives solo tienes más responsabilidades, pero créeme que funciona hacerse cargo de una planta. Yo tengo una rosa del desierto. Es de la flora típica de mi ciudad y se adapta fácilmente al clima de Valencia. Me recuerda a los jardines de mi abuela. Me lleva a casa cada vez que la veo.

5. Ten tus papeles en un solo sitio

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Ya estás muy grande como para que pierdas tus papeles o dependas de tu padres para que te los cuiden. En un archivero o carpeta con compartimientos, ten tus documentos de identidad y copias, títulos, certificados, calificaciones, fotografías tipo carnet, facturas y depósitos bancarios de la universidad y la residencia. Todo esto tiene que estar en un lugar alejado de la humedad.

Si tienes que hacer algún trámite tus papeles no pueden estar a kilómetros de distancia o traspapelados a algún rincón de tu residencia. Yo tengo un binder donde guardo todo por categoría.

6. Consigue números de confianza

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Parte de conocer nueva gente y lugares es tener contactos que te saquen de apuros. Sal y conoce la ciudad o el pueblo al que te mudaste y haz conexiones. Necesitas números de taxistas, algún familiar que viva cerca, de clínicas, farmacias, técnico de computadoras, de comida a domicilio… Anótalos tanto en tu teléfono como en papel para casos de emergencia.

7. Administra tu dinero

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Chévere, quizás eres de los estudiantes cuyos padres no quieren que trabajes o eres de los que tiene que trabajar para mantenerse. Sea como sea, es tiempo de que administres con responsabilidad el dinero.

Estudiar es costoso y mucho más cuando eres residenciado. Al principio sentirás que tienes dinero de sobra, pero en realidad está en tu cuenta para que lo rindas. Tu prioridad debe ser la comida, el transporte y los gastos en papelería.

Si te das cuenta que gastando el dinero te estás privando de esos tres indispensables, probablemente no deberías hacerlo. Claro, es fácil llamar a tus padres y decirles que necesitas un poco más, pero es posible que a ellos les resulte difícil conseguirlo y no se atreven a decirte.

Hemos de ser considerados con nuestros gastos. Para muchas familias es un gran sacrificio mantener a sus hijos residenciados.

8. Conoce los beneficios de tu universidad

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Antes de inscribirte en algún curso, buscar trabajo o ir a una consulta médica, cerciórate si tu universidad ofrece estos beneficios a sus estudiantes. En mi universidad, por ejemplo, tenemos un departamento de cultura que dicta cursos de idiomas, música, danza y todo tipo de capacitación que incluye fotografía y psicología de mascotas.

Además tiene programas de becas trabajo y establecimientos comerciales que contratan estudiantes. Pero quizás el más grande beneficio es que cuenta con su propia clínica, cuyas consultas de medicina general y psicología son gratis, mientras que las especializadas tienen un descuento estudiantil.

Conocer esto te ayudará a ahorrar dinero.

9. Haz amigos duraderos

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Sé que tienes un gran vínculo con tus amigos y familiares allá en casa, pero a menos que ellos estén dispuestos a acompañarte, debes tener otras relaciones. Conozco muchos compañeros residenciados que en principio se rehusaban a desprenderse de esas amistades, y aunque no te estoy pidiendo que pierdas el contacto con ellos, no pienses que es indispensable escribirles todos los días, ya que eso te hará sentir más solo.

Atrévete a hacer nuevos amigos y busca desarrollar relaciones duraderas. Se te hará más fácil lidiar con tu independencia si tienes a alguien con quien hablar frente a frente y hacer contacto físico. Busca que esas amistades no sean únicamente dentro de la universidad, salgan, descubran y aprendan a convivir juntos en el mundo real.

10. Ten una buena relación con el dueño de la residencia

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Está de último pero no es menos importante. Ser un inquilino puede ser una pesadilla o algo liberador. No te mudes a una residencia donde el dueño no te da buena espina. Puede que sea la más cómoda o la que está más cerca de la universidad, pero si tienes a un propietario quisquilloso no vale la pena.

Tengo amigas que han cambiado hasta cuatro veces de residencia por ello. Entonces te recomiendo tres cosas. Primero que conozcas a la persona que te brinda el servicio, a su familia y a las demás, si es el caso, que también se residencian allí.

Y segundo, que respetes las normas. Aclaren cuál son las reglas de los inquilinos, si puedes tener gente en tu cuarto, si hay toque de queda, si tienes que compartir algún servicio como el de lavandería.

En tercer lugar sé buen vecino, da los buenos días, pregunta cómo están, ofrece ayuda cuando allá algún problema en lugar de quejarte. En fin, gánate su respecto y admiración para que no te perjudiquen.

Nos seguimos leyendo…

Kim

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