Por Kim Yánez
Valentina Cipriany es una fotógrafa venezolana que retrata la naturaleza del ser en blanco y negro
Cuando una amiga periodista puso en sus manos una cámara, ya no pude dejar de hacer fotos.
Cipriany con su Olympus E-500 balancea su vida entre el arte y la crianza de sus hijos. Sus fotografías, publicadas diaramente en su cuenta de Instagram, capturan la sombra de un momento. El silencioso encuentro entre el ser y la acción.
Como todo artista, Valentina tiene su estilo. Una vez que te familiarizas con su trabajo es fácil identificarla dónde sea.
Y es que las siluetas femeninas cargadas de vulnerabilidad y convicción no solo son su sello distintivo sino que también una proyección de su espíritu.
«Me gusta explorar la sutileza femenina en todos sus estados anímicos. Creo que todo empezó gracias al autorretrato».
«Es la mujer en su máxima expresión, es su caminar, como habla, la calidez que puede transmitir con una simple sonrisa, como piensa, sus ideas, su amor de madre, de esposa, de hermana, de hija, de abuela, la sensibilidad con que enfrenta la vida en cada faceta…eso es feminidad».
Sin embargo, deja que su lente también capture objetos y cotidianidades.
Todos los artistas son buenos en lo que hacen por esencia, pero dicen que cuando se trata de las voces del arte, solo debemos confiar en aquellos que son capacaes de expresar su opinión.
Lo que sucede es que aunque Valentina no es de la generación del milenio, tiene algo que decir sobre esta nueva ola de jóvenes profesionales.
«Tengo un hijo de 12 años que quiere resolver todo con internet. Trato de incentivarlo hacia ese sentido de investigación que me inculcaron y que hoy en día se ve poco, ir a una biblioteca, museo o exposición para realizar un trabajo de campo, donde pueda sentir algún tipo de esfuerzo y dedicación o sencillamente ir a un parque, hacer deporte o volar un papagayo. Pienso que son cosas que no deberían reemplazarse jamas».
Cipriany asegura encontrar la belleza en todos lados, pero especialmente en la naturaleza. Los diferentes paisajes y ecosistemas son símbolos de la belleza más pura.
«Es una lástima que muchas personas no sepan mirar la belleza del mundo o en un peor caso, la destruyen».
Vivir de lo que amas es una virtud que no todos experiementan, especialmente en medio de la peor crisis en la historia de Venezuela. No obstante, la fórmula no falla si sabes encontarle un negocio a tu pasión.
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Valentina hace hincapié en que la situación del país no ha debilitado su espíritu por lo que es más fácil para ella refugiarse en el amor.
«Vivo el amor por mi hijo, por mi pareja, por mi familia, por lo que se hacer y busco hacerlo mejor cada día. Hay que vivir a través del amor, es nuestro motor principal para seguir el camino».